Solo para Conocedores

Aunque pocos, tengo bellos recuerdos de mi tío Enrique, quien además de ser un excelente cocinero, era músico de profesión.  El, era parte de la Orquesta Sinfónica Nacional  y el instrumento que tocaba con pasión era el trombón. Gracias a él, durante el tiempo en que estudiaba en el Seminario,tuve la oportunidad de asistir a conciertos en diferentes escenarios tales como el Castillo de Chapultepec y  el Palacio de Bellas Artes y  de disfrutar asi  tanto del ballet como de  óperas . Un fin de semana me invitó a comer a su casa y después de ir por mi, alcanzando las alturas del Ajusco, me llevo a su casa situada al sur de la ciudad no sin antes advertirme que pasaríamos unos momentos al mercado para hacer algunas compras. Debo decir que yo no estaba muy acostumbrada a los mercados, ya que crecí en el área de Ciudad Satélite (Santa Mónica)  y por esos rumbos y en aquel tiempo no había mercado alguno.  Entonces, la visita al mercado significaba toda una aventura. Era visitar el inframundo tan bien escenificado por cineastas de películas de terror como Wes Craven (Nightmare on Elm Street) ó James Wan (Saw). También, podría significar un viaje misionero en 30 minutos.

No había entrado todavía al mercado y ya mis sentidos todos, comenzaban a trabajar. Los olores que se respiraban a una cuadra y media antes de llegar eran a hierbas, a fruta, a incienso y a …¡bueno!¡ A todos los olores habidos y por haber!

Cruzamos la calle y caminamos un poco. Sin previo aviso nos encontramos dentro del mercado. Mi asombro era total. Todos gritaban y música en cualquier estilo se escuchaba a todo volumen. Grandes y pequeños iban y venian con bultos, con bolsas, con carritos y canastos. Mi tío iba al frente y debido a su altura y corpulencia se abría paso facilmente entre la gente. Yo, iba detrás de él tratando de alcanzarlo con paso resbaloso a causa del piso mojado , lleno de basura, de pulpas, y de cáscaras. Los tenderos me hablaban de un lado y otro del pasillo, y me ofrecían lo mismo dulce de nuez que queso, algunos más, me salían al paso con aguacates y canastos de chiles. La personas me empujaban, me apretaban, y sentía sus bolsas golpearme las piernas. Brazos belludos y lampiños me rozaban al mismo tiempo que cabellos y espaldas sudorosas me interceptaban. Mujeres gordinflonas se detenían enfrente de mi sin aviso provocando desagradables choques repentinos, y de pronto, un niño se abría paso vestido con un suéter roto, descalzo y con un balero en sus manos. Corrió hasta donde se encontraba su madre que sentada en la inmundicia, vendía tortillas hechas a mano. Ella, amamantando sin recato un crío, le echaba un ojo a otro que fué nacido también en los pasillos.  Un repentino cambio de dirección me hizo encarar una cabeza de cerdo que colgaba sangrante acompañada de una niña que le espantaba una nube de moscas a higados y corazones. Sorteando cortinas de longanizas, de chorizos y mas adelante de tiesos pollos con ojos entre abiertos, hasta que llegar finalmente al puesto tan ansiado: el del pescado.

El puestero, era un  hombre enclenque y prieto, con la mata de  cabello que le cubría el rostro cual indio apache ahorcado; y que cubría su cuerpo con improvisado mandil hecho a base de bolsas de plástico. Dos clientes, una joven y una vieja, nos precedían en la fila. La joven era una princesa azteca; morena de cabellos azabache y  con ojos del color de la azúcar quemada. De labios carnosos que por momentos mordisqueaba y cubría con su mano izquierda empuñando  un monedero. Era obvio que entre ella y el apache existía algún romance, pues además de que ambos se sonrojaban al mismo tiempo, el apache se las arregló para alargar el momento y desescamar dos pescados en 15 minutos. Ante la desesperación de la vieja marchanta, ésta le reclamó,

-¡Te apuras Eliodoro, que no tengo tu tiempo!

-No se me enoje doña Lupe, que ya sabe que usted siempre será mi consentida…

Luego de despedir a la futura reina india, le despachó en un dos por tres, dos cabezas de pescado y camarones para el caldo a doña Lupe. Por fín nuestro turno había llegado,

-¿Qué va a llevar jefecito?

-Quiero ocho pescados…¡pero del bueno!- le dijo mi tío con autoridad,

-Todos estan buenos…porque así como los ve, estos pescados todavía anoche durmieron en el mar…-  y entregándole una charola, agregó

-¡Escójalos usted mismo!

-No, de estos no…dame del fresco…del que tienes en la nevera y que te acaba de llegar. Y a todo esto…¿En dónde esta José, tu papá?

Eliodoro entonces reconoció a mi tío y le contesto,

– Fue a pagar la luz, don Enrique.

En ese momento me dí cuenta que mi tío ademas de escalas, arpegios y armonías era todo un conocedor de los secretos que guardaba la buena cocina.

Eliodoro sacó una docena de pescados para ponerlos a la consideracion de mi tío quien ya para ese momento se había colocado sus lentes, transformandose en médico forense. Lo primero que hizo, fue observarlos cuidadosamente; luego, les tomó la temperatura con la parte externa de la mano de la misma forma que se le toma la temperatura a un niño. Después, les revisó los ojos buscando en ellos algun brillo y abriendoles la boca les olisqueaba por dentro. También, certificó que las agallas tuvieran buen color. Finalmente, hundió el dedo índice en la parte mas carnosa de cada pescado y tomándolos por la cola los irguió para rectificar la consistencia. Cuando mi tío estuvo listo para firmar la orden de defunción describiendo la hora exacta y las causas del fallecimiento, su enfermera asistente-osea yo- me encontraba ya lista con una bolsa de plástico para que Eliodoro los pesara. Esta demás describirte el sabor de aquellos pescados a la talla que preparó mi tío mas tarde: Simplemente exquisitos.

Una buena táctica para adquirir y preparar los alimentos es tomar en cuenta los sentidos. ¿Quién se puede resistir al sonido que se produce al morder un taco de chicharron con aguacate y salsa?¿quién puede ignorar la explosión de color de un coctel de frutas?¿y quién no cae rendido ante la suavidad de un flan de chocolate que se deshace en la boca? Solo aquellos a quienes se les ha prohibido degustarlos ya sea por motivos religiosos, culturales o de salud.

La Escritura Sagrada nos describe en sus primeros capítulos a quien fuera la primer persona en hacer un análisis de un fruto antes de consumirlo aun cuando  se le había prohibido ingerirlo.

Su nombre era Eva y fue la primer mujer en experimentarlo todo. Creada por Dios y hecha a Su imagen tuvo la maravillosa oportunidad de hablar con El y de escuchar su voz. Fue la primera en saber lo que era sentir el amor humano, el matrimonio y el gozo de la maternidad. Tristemente, fue también la primera en escuchar la voz del maligno, en desobedecer y en experimentar el pecado. Fue ella quien indujo a pecar a otro ser humano y supo lo que era sentirse apartada de la presencia de Dios. La primera en sentir dolor, en derramar lágrimas, en contemplar la muerte de un ser querido y sufrir. Su desobediencia, es el evento alrededor del cual gira toda la Biblia.

Como en los otros artículos que he escrito, debo decir que nunca antes me había puesto a pensar que la prueba de fe para Adan y Eva en el principio de la humanidad, tuviera que ver con la comida.  No se trataba de no mirar el fruto prohibido, de no acercarse a el o de no tocarlo. La orden era: «No comerás». Tal vez porque el comer es una acción que requiere de ejercer plena voluntad para poder lograrlo y que al hacerlo produce efectos en el interior que nos pueden alimentar, si ingerimos el alimento adecuado, o que nos puede envenenar, si no tomamos en cuenta las advertencias. Interesantemente la serpiente no tuvo necesidad de morder a Eva para depositar su veneno en ella, solo le dijo una media verdad: que si comían del fruto llegarían a ser como Dios sabiendo lo que es bueno y lo que es malo; al hacerlo, ya no necesitarían mas de Dios y podrían ser independientes. Después de haber escuchado demaciado tiempo a la serpiente, Eva comenzó a hacer un análisis, deteniendose a contemplar el atractivo sensual, estético  e intelectual del fruto prohibido. Le pareció agradable, sano y talvez hasta nutritivo. Entonces, como si fuera ella mas conocedora del tema que el mismo Dios que lo había creado todo, dió la primer mordida. Comer el fruto trajo para sí resultados desastrosos en su organismo. Lejos de encontrar sabiduría adquirió ignorancia; enfermedad de mente y de espíritu en lugar de salud y con ello la muerte; muerte física y espiritual.

En la actualidad, circulan en nuestro mundo temas tan escabrosos y difíciles que cualquiera de nosotros quisieramos conocer a ciencia cierta cual seria la verdad y la solucion para cada uno de ellos. Situaciones como la inmigracion ilegal, el hambre mundial, el cuidado del medio ambiente, el uso adecuado de la tecnología o el homosexualismo, son temas no fáciles de abordar y que no aceptan una respuesta ligera. Sin embargo, debemos recordar que el discernimiento espiritual se obtiene a través de la obediencia y no tan solo de la busqueda intelectual. Cada día tenemos la oportunidad de obedecer y de rechazar «el conocimiento» que nos ofrece ése fruto.  A veces, el mundo nos dice que sabremos cosas que otros no entienden, que seremos de mente abierta, que subiremos nuestro nivel de vida si pensamos por encima de los demás con ideas y acciones que niegan y ofenden a Dios. La realidad es que Dios, quien nos ha creado, sabe perfectamente que lo que el ser humano necesita es redencion para poder conocer las grandezas de su gloria y para saber su voluntad siempre agradable y perfecta para nuestras vidas y por ende, del mundo en que vivimos.

Mas adelante vemos a Adan tratando de dar explicaciones a Dios y diciendole que la mujer que El le había dado por compañera, le había dado del fruto prohibido. Y en efecto,eso pasó; pero fue Adan quien alargando su mano tomó de la mano de Eva el fruto y llevandolo a su boca, comió. Ante las faltas cometidas, nuestra excusa favorita ha sido «soy humano», sin darnos cuenta que Jesucristo fue completamente humano y sin embargo, nunca pecó. El enemigo sigue diciendonos que el pecado no es algo de lo que debamos preocuparnos, que todo el mundo lo hace, que la unica manera de avanzar en la vida es mantenerse en el primer puesto pensando primero en nosotros mismos y que Dios es tan amoroso que al final nos perdonará. Entonces, es cuestión de  desobediencia, de rebelión en contra de Dios y de un deseo de hacer lo que nosotros queremos ignorando o haciendo a un lado su voz. En el fondo se disputa la confianza en EL y el control sobre nuestra vida. Al internar voluntariamente el pecado en nosotros hemos abrazado una condición que solo Dios puede restaurar, porque El es el único que puede sanar nuestro interior.

Si el fruto que comió Eva resultó ser sabroso o no, nunca lo sabremos, pues esa información pasó a ser irrelevante ante la transgresión cometida. Lo mismo sucede cuando tratamos de estudiar y comprender Su palabra sin obedecerle; al final, no importara cuantos títulos o doctorados hallamos acumulado  si no le obedecimos.

Los que hemos conocido a Dios y le obedecemos, sabemos que El es mas grande de lo que podemos imaginar (1 Reyes 8:27) que extiende su  misericordia y justicia a los que le conocen (Salmos 26:10) que en El se encuentra la verdad y plena libertad ( Juan 8:32) que Su voz nos guía (Juan 10:14) y que solo en El se encuentra toda sabiduría(Proverbios 5:1-2)

«¿Cómo sabemos si hemos llegado a conocer a Dios? Si obedecemos sus mandamientos»   1 Juan 2:3 NVI

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