Dulce Suegra.

Lo último que necesita una prófuga de la cocina es tener una suegra entrometida que le encanta cocinar. Como ella se ha pasado la vida preparándole sus gustos a su hijito adorado, no dejara que nadie le haga sufrir  ni pasar hambre. Es por eso que aquí y allá se escuchan las quejas de quienes ya están hartas.

Ejemplo # 1

Nuera- Espero que le guste lo que prepare señora.

Suegra- ¿Otra vez cocinaste pollo? Robertito, hijo…deberías de ponerle una         granja a tu esposa, pues parece que solo pollo sabe cocinar.

Ejemplo #2

Suegra- ¿Tienes perro Patricia?

Nuera- No señora. ¿Porqué?

Suegra- ¡Ay no me digas que eso es lo que vamos a comer!

Otro ejemplo bien puede ser mi abuela paterna que a mis  veinte años me seguía preguntando si mi mamá nos daba de comer. Ella también  me insistía en  que al hombre se le conquista por el estómago. Lo cierto es que todavía no conozco a una mujer a quien su esposo le haya propuesto matrimonio diciéndole: «Leonorilda, quiero casarme contigo porque cocinas como nadie la cochinita pibil.» Ni tampoco conozco a mujer alguna que haya aceptado casarse porque él le dijo al oído: «Cuando te veo, pienso en mole de olla.» Y es que toda novia espera que el afortunado prometa bajarle la luna y las estrellas y no tan solo las ollas de la alacena.

En estos casos, las amigas suelen ser el paño de lágrimas ante tantas injusticias. Es por eso que con ellas se comenta lo mal que te sientes cuando vas a visitar a la suegra llevada a la fuerza por tu esposo -y para que no piense que eres una floja- te acomides a poner la mesa, a menear la olla y a lavar los trastes; pero resulta que nunca quedas bien porque no tienes ni idea de qué va con qué, porque no sabes a qué hora debes dejar de menear la olla y porque de plano te cae mal lavar los trastes.

Pero reflexionemos…

¿Será a caso que estos seres han sido mal entendidos? ¿qué es lo que hace que una estupenda madre se convierta en una suegra avinagrada?¿la mala suegra, nace o se hace? Veamos.

Un estudio realizado en el año 2009 por la universidad de Cambridge a un centenar de mujeres dió como resultado que el 60% de las encuestadas habrían tenido fricciones con su suegra ocasionándoles fuertes problemas con el stress (y por el es tres …¡y no dos!) A la mayoría nos queda claro que  ésta es una relación que no termina de cuajar debido a que las «sugerencias» de la suegra van desde cuánto debes gastar en comida hasta qué le debes de dar de comer a tus hijos pasando por cómo debes de decorar la casa y dónde debes hacer las compras.

Si me has seguido hasta aquí y tienes ese problema de seguro estarás diciendo: «Si, así es mi suegra». Y si eres suegra, tal vez estarás diciendo: «Yo por eso no me meto, ni digo nada». Pero esto, no es todo. Te contaré…

Cierto día le llamé por teléfono a la hermana -que por hoy llamaremos Afligida- para recordarle su participación en el programa del domingo. La pobre mujer parecía haber sido sometida a un tormento chino. Con voz llorosa me dijo que la disculpara pero que no podría asistir porque se sentía muy mal y estaba en cama. Me contó que su hijo le llamó del trabajo y le pidió de favor fuera a su casa y le trajera unos papeles importantes que había dejado olvidados en la mesita de la sala. Como ella tenía en su poder una copia de la llave, fue de inmediato. Me aseguró que al entrar a la casa no vió los papeles y que tuvo «la corazonada» que estaban en la recámara. Después de inspeccionar todos los cajones y ver que todo se encontraba en orden se trasladó a la recámara de los niños y luego al patio. Pero tampoco los encontró allí. Tanta búsqueda provocó que le dieran ganas de lavarse las manos. Después de verificar que las toallas estaban limpias se encaminó hacia la cocina en donde horrorizada vió sobre la mesa una lata de sardinas con una nota que decía,

«Amor, me voy a comer a casa de la güera Grimaldi.

Me llevo a los niños. Aquí te dejo por si te da hambre.

Si usas un plato, lo lavas y dejas todo como estaba.»

No por nada  a Afligida se le había subido la presión. Un fuerte dolor en el pecho comenzó a molestarla como resultado de tanto imaginar a su nuera feliz y degustando manjares con la güera Grimaldi mientras su bebé comía a solas una triste lata de sardinas. Su primer impulso, fue conseguir el teléfono de la Grimaldi y hacer un escándalo. Después pensó en quedarse y hacerle de comer a su hijo esperando ver la cara que pondría su nuera cuando ésta llegara. Luego quiso llevarle a su hijo los papeles y regañarlo por ser tan dejado. Lo que realmente hizo fue tomar el sobre de la mesita que esta al entrar  para llevárselo a su hijo sin decir ni una sola palabra. Pero el coraje, la estaba matando. Esa era la razón por la que no podría asistir el domingo. Estaría en cama, recuperándose.

No nos corresponde a nosotros saber si cuando llegó la nuera a su casa, el hijo de Afligida la estaba esperando con un «Nunca jamás». O tal vez ,cuando llegó hizo la nota a un lado y ordenó una pizza. A lo mejor, se sentó en la cocina y comió a solas felizmente.

Lo que quiero decir es que si la suegra se inmiscuye ya sea directa o indirectamente, alguien saldrá herido. Y es que a veces la relación puede llegar a ser una guerra declarada con estrategias bien diseñadas, golpes bajos y ataques quirúrgicos al lugar donde mas duela o tan solo,  el va y ven de la guerra fría.

La Escritura nos presenta a una suegra que pasa la mayor parte del tiempo dando instrucciones a su nuera.

En el octavo libro de la Biblia encontramos la historia de Ruth y Noemí. ¿O debería escribir, de Noemí y Ruth?. Al comienzo del relato Noemí – la suegra-ha pasado por la tragedia de perder a su esposo y a sus dos únicos hijos. Un hecho sin duda traumático para cualquier mujer. Solo han quedado con ella Orfa y Ruth, sus dos nueras. Ninguna de las dos tuvieron hijos. Lo cual convierte a Noemí en una suegra viuda, sin hijos y sin nietos. Lo mas lógico hubiera sido que las dos nueras desearan regresar con sus familias respectivas después del fallecimiento de sus esposos pues nada les ataba ya a Noemí. Sorprendentemente, ninguna de las dos desea abandonar a su suegra. Ante la insistencia de Noemí por disuadirlas, Orfa se va pero Ruth le ruega que no le pida mas que regrese con sus padres. Desea seguirla a cualquier lugar. Desea vivir con ella para siempre y adorar a su Dios.

¿Qué  vió Ruth en su suegra para querer quedarse con ella y mas tarde obedecerla en todo? Existe una manera de saberlo por el comportamiento que Noemí mostró durante el relato.

  1. Echó mano de su experiencia para bien. Recuerdo haberle preguntado un día a mi abuelita sobre sus inicios en la cocina. Con entusiasmo me contó la historia de como aprendió compartiendome también algunos momentos chuscos y peripecias que pasó durante ese tiempo. Por primera vez, ví a mi abuelita como una jovencita tratando de cocinar para su esposo. No muy distinto a lo que pasó mi mamá y por supuesto, a lo que pasé yo. Los especialistas en la materia coinciden en que las suegras siempre estarán en ventaja ante sus nueras simple y sencillamente por la experiencia que les ha dado la vida. Tristemente, algunas usan esa experiencia para ocasionar problemas  en lugar de ayudar, para criticar en lugar de animar. Ese no fue el caso de Noemí. Pues usó su experiencia -que puesta en las manos de Dios-lograron lo imposible. En la historia leemos que en todo momento aconseja a Ruth con tal cuidado como si fuera su hija. Lo que más desea es el bien de Ruth.
  2. No trató de manipularla. Ya sea en películas o programas de televisión la representación de una suegra que se enferma cuando no se hace lo que ella quiere, es muy cómica. Los acontecimientos trágicos por los que pasó Noemí hubieran sido un buen pretexto para manipular a Ruth. Sin embargo, Noemí se levanta de la incertidumbre de la viudez y de la amargura para enfocarse en alcanzar el bienestar de ambas y no para hacer miserable la vida de Ruth. En un principio, Noemí les pide a sus nueras  que la dejen porque sabe que Dios cuidará de ella aun cuando no logra comprender en su totalidad porqué le ha ocurrido esta desgracia.
  3. Noemí le mostró la bondad del Dios verdadero. Ruth era originaria de Moab y el dios de los moabitas era Quemos. Esto pudo haber sido una muy buena razón para que existieran enfrentamientos entre ellas. Imagino a Noemí preocupada por que sus hijos se volvieran al dios de ellas como tal vez otros muchachos hebreos que se casaron con moabitas lo hicieron. Sin embargo, la bondad y el ejemplo de Noemi pudo dejar una huella indeleble en el corazón de sus hijos que alcanzó a sus nueras. Antes y durante la adversidad, Noemí mostró que Dios era bueno, amable y misericordioso para con los afligidos y de esta manera logró ganar a Ruth para Dios. No la forzó, no le impuso sus ideas. Solo le mostró amor. En respuesta a tanto cariño Ruth nos obsequia la insuperable confesión de amor dicha por una nuera a su suegra.
  4. La felicidad de Ruth la hace dichosa. Esperar que la vida de  los hijos casados sea una copia fiel de nuestro matrimonio y de nuestra forma de vida en general, es una ilusión.Ser una madre amorosa es amar a los hijos y a lo mas querido para ellos a pesar de la separación -incluso de la separación por causa de muerte- descansando en todo momento en la fidelidad de Dios que siempre nos traerá bendición y paz.El gran amor que Noemí tuvo por sus hijos logró que Booz- un pariente lejano- redimiera a Ruth como era la costumbre y procreara una descendencia en la que incluye al rey David, de cuya casa y linaje nació Cristo, el Redentor. Al final, Dios recompensa la piedad de Noemí y la obediencia de Ruth.

La historia de Noemí nos ofrece entonces un concepto distinto acerca de una suegra que traspasa los límites. Ella aparece desde la primer línea(1:1) hasta el final de la historia (4:17). La vida de Ruth es contada a través de los ojos de Noemí y aunque el libro lleva por nombre Ruth, lo cierto es que sin una Noemí, no hay una Ruth. No obstante, al terminar de leer la historia no podemos separar a una de la otra pues Ruth ha sido un ejemplo de bondad y Noemí el de una suegra que ha puesto su esperanza en Dios a pesar de las circunstancias.

Noemí significa «Dios es Dulce». Eso fue lo que en resumidas cuentas vió Ruth en su suegra Noemí.

«¡Cuán dulce son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.»

Salmos 119:103

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