Factor Miedo
Para escribir esta entrega, tuve que vencer algunos temores. ¿Cómo lo logre? Enfrentando mis más profundos terrores, lo cual no me fue nada fácil.
El primero de ellos fue el vencer el temor de haber sido olvidada después de tres meses de no escribir (Atazagorafobia) y que estas líneas que hasta hoy escribo sean completamente ignoradas, dando como resultado que todo el esfuerzo de tres años haya sido un verdadero fracaso (Atiquifobia).
Pero…¿ Qué es el miedo? El diccionario lo define como: » Sensación de alerta y angustia por un riesgo o daño real o imaginario.» Puede ser racional o irracional. Un ejemplo de miedo irracional sería el que tiene mi perro cuando hago uso la secadora de cabello, ¿O será a mi cabello? En todo caso, prefiero pensar que padece de Caligynefobia; osea, miedo a las mujeres hermosas y bien peinadas…¡En fin! Cuando el miedo llega a extremos puede convertirse en fobia: <Aversión obsesiva a alguien o a algo> Uno de los personajes que me recuerda este comportamiento es la tía Josephine, de la cinta Una serie de eventos desafortunados; sin duda ¡Toda una heroína ! porque entre otras fobias, no cocina nada caliente porque tiene miedo a que la estufa estalle de pronto en llamas y a que el refrigerardor le caiga encima y la aplaste.
Lo cierto es que al cocinar nos enfrentamos a diversos peligros. Y yo me pregunto, ¿Quién quiere a estas alturas poner en peligro su vida? Al cocinar te puedes quebrar una uña, machucar los dedos, resbalar, cortar, quemar, axficiar, intoxicar y hasta electrocutar. Pero no solo te arriesgas físicamente, también puedes poner en peligro tu bienestar psíquico de tal modo que padezcas de fatiga mental, aislamiento, ansiedad, insomio, depresión y estrés; mismos que repercutirán sin duda en tu vida conyugal. Todo esto puede llevarte al extremo de sufrir alguna fobia, lo cual no sería nada raro ya que se cree que uno, de cada nueve adultos padece de alguna. Los síntomas suelen ser: aumento de la frecuencia cardíaca, sensación de mareo o desmayo, temblor o estremecimiento, sensación de atragantamiento y sudores.
Hay quienes nos sugieren que nuestros miedos son infundidos desde la infancia. Lo cual trae a mi memoria- y seguramente a la tuya-, cuando te encargaron cuidar la leche que se derramó a pesar de que tu mamá te advirtió que acababa de lavar la estufa; o cuando inútilmente te encargaron agregar mas agua a los frijoles para que no se quemaran; o cuando se te cayó el pan o las tortillas a media calle. ¡ Todo por andar jugando! La imagen de una yema de huevo que chorrea entre tus dedos y llega al piso recién trapeado; de una tortilla quemada que tizna el mantel recién lavado; de un café aguado que no convence a nadie, y de unos ojos llorosos y recién tallados de chile, tienen el potencial de crear estos traumas.
He aquí algunos ejemplos de fobias relacionadas con la cocina, muy al estilo de la prófuga de la cocina:
Agorafobia –Miedo a las multitudes y los lugares públicos, como los supermercados.
Alectorofobia -Miedo a los pollos. Sobre todo si te has creído que esta bien cocido y cuando lo sirves resulta que esta mas crudo que el invierno.
Carnofobia – Miedo a la carne y a que te quede tan desabrida que ni los zopilotes se la quieran comer.
Ictiofobia –Miedo al pescado, al olor que despide al cocinarlo y a que te salpique de aceite echando a perder tu blusa favorita de un aletazo ¡De terror!
Arsonfobia –Miedo al fuego….¿Un asado? ¡Impensable!
Lacanofobia –Miedo a los vegetales. Los síntomas son: boca seca, náuseas, escalofríos, ansiedad, dificultad para cocinarlos y después…. ¡Para tragártelos!
alodoxafobia -Miedo a las opiniones que se viertan sobre la comida que has preparado.
Deipnofobia: – Miedo a las cenas y a que las conversaciones se alarguen y termines tu sola lavando los trastes a las tres de la mañana.
Si tu eres una prófuga(o) de la cocina y te has identificado con alguna de estas fobias, es normal. Ahora que si ya tienes miedo a estar siendo observada(o) constantemente por un pato; estás grave y necesitas atención inmediata (Anatidofobia)
Sin embargo, todas estas fobias bien pueden reducirse en una sola: La llamada Megeirocofobia y que es, nada mas y nada menos que « Miedo a cocinar» ¡ Asi es! Ya imagino lo que estás pensando. En mi caso, este descubrimiento ha llegado demaciado tarde.
Lo cierto es que las fobias son las causantes de ausentismo, cancelaciones de viaje y pérdidas en los negocios.
El programa televisivo Fear factor (2001) se distinguó por poner a prueba a sus competidores de una manera singular pues eran confrontados con los temores mas comunes que padece el ser humano. En su versión americana- el anfitrión Joe Rogan- comenzaba el programa de esta forma:
«Soy Joe Rogan, y éste es Factor Miedo. Las acrobacias que están a punto de ver fueron diseñadas y supervisadas por profesionales. Son extremadamente peligrosas y no pueden ser intentadas por cualquier persona, en cualquier lugar, en cualquier momento.»
En la primer etapa del programa los competidores eran probados físicamente; en una segunda etapa, mentalmente. La tercera etapa era una combinación de ambas que incluía miedo a las alturas, agua y vehículos en movimiento. Al terminar el programa quienes habían sobrepasado las pruebas podían ser confirmados con la tan esperada frase ,
«Evidentemente; el miedo, no es un factor para ti.»
Antes de mencionar el pasaje bíblico debo decir que el segundo temor que enfrenté al escribir ésta entrega fue precisamente el de abordar dicho pasaje localizado en Marcos 16:17-18 A pesar de los comentarios que arroja la crítica textual sobre el particular y que dan por terminado dicho evangelio en el versículo 8, me parece que ésta porción contiene una enseñanza que no debemos desaprovechar.
Otro temor vencido fue el pensar que mis compañeros estudiosos, teólogos, doctores y expertos en éstos temas me criticaran; pero después de meditarlo bien, me dí cuenta que mi temor era sin fundamento ya que ninguno de ellos lee lo que ésta humilde aprendíz a duras penas pueda escribir al respecto. Entonces puse manos a la obra, o mejor dicho ¡Al teclado!
El pasaje nos dice que Jesús se les apareció a los once discípulos estando ellos sentados a la mesa. Que les reprochó su incredulidad y dureza de corazón al no haber creído a los que le habían visto resucitado. Entonces les dijo: » Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo , mas el que no creyere será condenado » luego, les mencionó las señales que seguirián a los que creyeran,
«En mi nombre expulsarán fuera demonios, hablarán nuevas lenguas;tomarán en sus manos serpientes; y cuando beban algo venenoso, no les hará daño alguno; pondrán las manos sobre los enfermos y éstos recobrarán la salud».
Esta sentencia reune a mi parecer un desafío al estilo Factor Miedo ya que requiere de sobre pasar pruebas físicas, mentales y por supuesto espirituales. Inmediatamente me imagino a los discípulos teniendo contacto con personas cuyas enfermedades son altamente contagiosas. Los veo poner sus manos en ellos, es más, ¡abrazarlos! Luego los veo en una cisterna llena de serpientes y a éstas, moviendo los bordes posteriores de sus escamas al tiempo que sus músculos impulsan amenazantes sus movimientos hacia adelante hasta lograr enrollarse entre los brazos y piernas de los discípulos; también, los veo comiendo algo desagradable y mortal; o que tal perdidos en el fin del mundo, interactuando con otras razas y sus extrañas costumbres pero sin traductor; por último, luchando contra fuerzas demoníacas. Sin embargo, lo interesante de este pasaje no radica en éstas señales, sino en ¿Cómo podría Jesús enviar a un pequeño grupo de hombres miedosos, incrédulos y nada profesionales que además no contaban con la audacia ni los recursos necesarios para conquistar el mundo? No se me ocurre otro resultado que el fracaso total.
Debemos recordar que estas palabras son adjudicadas a Jesucristo mismo, quien venciendo todo temor, padeció y murió desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde con la fe puesta en la promesa que el Padre le levantaría de los muertos al tercer día. Es por eso, que con tal autoridad les envia aun comprendiendo que el miedo al ridículo, al fracaso, al sufrimiento y a la muerte les evitaría salir al mundo. Pero ellos creyeron en sus palabras, obedecieron y esperaron la venida del Espíritu Santo quien los llenó de poder. Fue entonces cuando en vez de cobardía se llenaron de amor por las almas y valor ante el peligro, no tuvieron tiempo para pensar en enemigos imaginarios, afrontaron la adversidad con valentía, abrazaron la aventura y el autosacrificio de modo que hasta las contingencias les fueron agradables. Sin embargo, a San Pablo le costó la cabeza y a San Pedro la crucifixión, otros mas fueron aserrados. Todos ellos ya, han recibido la vida eterna y gracias a ellos el evangelio se expandió hasta nosotros.
Hace algún tiempo escuché una anécdota sobre una persona que se afamaba diciendo lo feliz que estaba por haber sido llamado a servir en los Estados Unidos. Habló y habló de los trámites que tuvo que sortear, de las tristezas y temores que tuvo que vencer al separarse de su familia, al tener que subirse al avión y al no entender inglés. Al finalizar le dió gracias a Dios por haber vencido tantas pruebas y vivir bien. Cuando termino de dar su testimonio. Solo se escuchó una voz que dijo,
-«Que bueno que no le llamó Dios a Haití, a Uganda o a Somalía.»
¿Habría respondido con el mismo entusiasmo y diligencia al llamado? o tal vez ¿ el miedo a la pobreza, la guerras, el rechazo al evangelio, las enfermedades y al vudú se lo hubieran impedido? ¡Cuán convencional y predecible resulta para algunos el llamado al ministerio en estos dias!
Recuerdo el tiempo cuando el Señor me llamó a su servicio. ¡Tenía tantas preguntas y temores! Al conversar con mis compañeros de estudios coincidimos en una cosa, y era el hecho de que ninguno -de los que estabamos seguros de nuestro llamamiento- habíamos deseado antes tenerlo. ¿La razón? Creo que teníamos un profundo sentimiento de responsabilidad sobre lo que el llamado divino requiere: Dios no espera gente acomedida que llegue al ministerio porque tienen algo que dar o porque las circunstancias de la vida -educación o talentos- lo han llevado hasta ahí. Dios usa a quienes ha llamado y a quien pueda aceptar un compromiso real; porque la tarea es ardua, es valiente, requiere de decisión, disciplina, fortaleza, sacrificio, heroísmo; porque es luchar en contra de las fuerzas de las tinieblas, porque es olvidarse de sí mismo y darlo todo por su causa. Entonces descubrimos que ninguno esta capacitado y que todos comenzamos como los discípulos descritos en este pasaje: Incrédulos de las maravillas que Dios pueda obrar a través de nosotros. Porque no es por nuestra propia fuerza o valor, sino por la fe puesta en Jesucristo y por el poder de Su Espíritu que nos capacita y nos ayuda a vencer el miedo. De este modo vamos al mundo impulsados por Su amor y en Su Nombre.
Ahora bien, cabe aclarar que el mandato es ir al mundo a predicar el evangelio, y no el de ir al mundo a montar un espectáculo para que la gente se convierta y crea. No nos predicamos a nosotros mismos, ni predicamos milagros; predicamos a Cristo y a éste crucificado (1 Corintios 1:23) Si los discípulos habrían de beber alguna cosa mortífera, no lo sería a sabiendas. El Señor cuidaría de ellos cuando El se convirtiera en el motivo principal de sus vidas y predicación. Solo Jesús quien puede conquistar al mundo por su Nombre nos lleva a una victoria inicial: la gran batalla de vencer primeramente lo peor de nosotros mismos para luego vivir lo mejor que podamos para ser usados por El.
El temor a la crítica, a la burla, a la calumnia, a la competencia desleal, a la ignominia, a la escases, a la soledad y al desamparo -solo por citar algunos- son temores legítimos que los llamados debemos afrontrar asidos fuertemente de su brazo poderoso día a día. Oswald Chambers lo describe así, » No tenemos un llamamiento a mantenernos aferrados a algun lugar y no hacer nada, sino a trabajar con determinación, sabiendo con garantía que Dios nunca será derrotado» Si confianmos en El, no ha de dejarnos sin su protección.
Durante éstos años de servicio, mi esposo y yo nos hemos dado cuenta – como muchos mas- que los recursos económicos que pudieramos poseer hoy no son la solución a nuestras ansiedades; que los conocimientos y talentos que poseemos no son el camino al éxito; que gozar de una buena salud no es la solución a nuestro deseo de trascender; que el vigor y la fortaleza empleadas a través de los años no son la solución a nuestras inquietudes; y que incluso, el amor por quienes servimos, no es la solución a nuestras desilusiones y sufrimientos. Solamente Dios y la fe en El, son la solución – solución divina- para todos nuestros problemas y temores.
En cuanto al pasaje solo me queda especular como algunos comentaristas, que quien agregó esta nota final tuvo el temor de que el evangelio no terminara como debiera y en su lugar agregó una nota inspiradora y de victoria para las generaciones futuras.
El mundo esta lleno de personas que han sido llamadas a servirle y se acobardan ante las primeras dificultades. ¿Eres tú uno de ellos? ¿Responderás a Su llamado venciendo los temores?
Si confias en El hoy, los milagros y las maravillas que estas apunto de ver en tu vida y en la de otros , han sido diseñadas y supervisadas por Un Profesional, las cuales son extremadamente peligrosas y pueden ser intentadas por cualquier persona que responda afirmativamente a Su llamado creyendo en El, en cualquier lugar y en cualquier momento. Solo de esta manera será evidente para todo el mundo y criatura que el miedo, no es un factor para tí.
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