Un Almuerzo Sencillo

El pastor anunció que los bautizos se celebrarían en un río cercano el domingo siguiente, así que animó a la congregación para que llevaran un almuerzo sencillo; nada complicado o laborioso de cocinar y con el fin de compartirlo entre todos.

A los amantes de la cocina, les brillaron los ojos y con una sonrisa de oreja a oreja pronunciaron un «¡Amén!»; no así, la hermana Piedad -Prófuga de la Cocina- quien se mortificó al escuchar el anuncio pues sabía de la fama que poseía la hermana Paz y su magnífica sopa de ostiones; de los chiles en nogada, de Gloria; de la barbacoa del hermano Refugio y del celestial arroz con leche de la hermana Victoria.

El pastor, quien como todos los ministros, sabía de las flaquezas de los fieles, le animó:

-No se preocupe hermana Pie…precisamente sugerí que llevaran tan solo un almuerzo sencillo, pues el motivo principal son los bautizos, no la comida.

Piedad se sintio entonces entusiasmada y ese dia salió de su casa un poco mas temprano para pasar al supermercado y comprar algo de comida que pudiera llevar.  Después de dar una vuelta al área de enlatados, pensó poco y se decidió por dos latas de sardinas, pan de caja, unas botellas de agua y un paquete de chicles sabor menta como  postre.  Ya en camino advirtió a su familia que no se trataba de una comida formal, sino de un tentempié.

La mañana era la ideal para la celebración, y a medida que la gente iba llegando trataban de encontrar el mejor lugar para presenciar el sacramento. El sol no lastimaba a los congregantes ya que la sombra de frondosos sauces les proveían bienestar al mismo tiempo que apaciguaban a los mas pequeños y recien nacidos con el vaivén de sus hojas. El sonido siempre grato del río, el canto de los pájaros y una ligera brisa, contribuían para que los 25 candidatos al bautismo reflejaran aun mas la felicidad  en sus rostros. Después de entonar algunos cantos jubilosos acompañados de tan solo guitarras, el pastor, procedió a bautizarles en un ambiente de total reverencia y adoración. Durante el tiempo de los testimonios, parecía no existir ningun asunto mas importante sobre la faz de la tierra y aunque el tiempo seguía su marcha, nadie se movió de su sitio.  El astro rey se encontraba en su cenit, y segundos antes de que la oracion final tuviera lugar, alguien se acercó sigilosamente y tocó el hombro del esposo de Piedad diciendo,

-Disculpe hermano Pedrito, ¿Me podría ayudar a bajar el asador de mi camioneta?

A partir de ese momento, Piedad, observaba estupefacta como todos comenzaron a acarrear de sus automóviles y camionetas ollas tamaleras, vaporeras, hieleras, mesas plegables, sombrillas para el sol y carbón.  Mientras tanto, algunas hermanas menos afortunadas tendían sobre la hierba vistosos manteles  y canastas con frutas para dar inicio al desfile de Tupperware con ensaladas, sopas frías, verduras en escabeche, ceviche estilo peruano, guacamole, salsas picantes, jamón y quesos; todo ello servidos en vajillas completas que incluían los jarritos para el cafecito con canela que comenzaba a hervir en olla de barro encima del anafre.  Los olores comenzaron a circular abriendo el apetito….carne asada, gallo pinto, quesadillas de flor de calabaza, pupusas, pozole estilo Jalisco, vigoron nicaraguense, chiles rellenos, arroz con gandules, frijoles charros, arepas, mole poblano, chanfaina, tamalitos de chipilin,chalupas, empanadas de camarón y hasta paella a la valenciana.

Las abuelas mecían bebés en los brazos, mientras los abuelos instalaban las hamacas y armaban  mecedoras; ambos, custodiando celosamente los postres de campeonato mundial que consistían en dulces de frutas secas, flanes, gelatinas, pasteles, natillas y pan dulce.

Para acrecentar el hambre, los jóvenes se organizaban el partidito de futbol; las adolescentes por su parte, tendían la red de volleyball con una mano, y con la otra, texteaban a futuros novios. Los niños, completamente eufóricos extraían de maletas el salvavidas y haciendose «casita» se colocaban el traje de baño.

Sin aviso y para su mala fortuna, Piedad escuchó la pregunta que no quería oir,

-¿Y usted que trajo para compartir?- Le preguntó la hermana Alegría, mordiendo un elote asado con mayonesa y queso espolvoreado.

-Bueno…yo solo traje sardinas y pan….

La esposa del pastor, llegó al rescate interrumpiendo el dialogo y alabando la elección de Piedad, pues esos simples emparedados de sardina le hicieron recordar el almuerzo sencillo que un niño compartió con Jesús cuando se hacía tarde, y todos tenían hambre.

Contrario a lo que siempre pensamos, Jesús en esta ocasión, se quiso alejar de la gente, quiso estar solo, quiso descansar; probablemente, la noticia de la muerte de Juan el Bautista era la causa principal.  Entre tanto, la muchedumbre, sin importarle la distacia que había de recorrer y ansiosa de ver sus milagros y de escuchar sus palabras, le siguió al otro lado del lago de Galilea; interrumpiendo la privacidad de Jesús.

Una de las quejas que más a menudo se escuchan entre prófugos(as) de  la cocina, es que cuando mas cansado, mas triste o preocupada te encuentras, mas hambre tiene tu familia. A nadie parece importar si tuviste un mal día en el trabajo, si exorcizaste el closet de tus hijos, si cambiaste los muebles de posición o si acabas de llegar de la convención; cuando piensas en sentarte a descansar es cuando todo el mundo comienza a revisar «si el foco del refrigerador sigue funcionando»; al menos eso me contestan mis hijos cuando les pregunto: ¿Qué estas buscando?

El pasaje nos dice que Jesus les ofrecía sus enseñanzas; las horas pasaron y la gente comenzó a tener hambre. Los discípulos sugirieron a Jesús les despidiera para que cada quien fuera a buscar su propia comida. Sin embargo, Jesús sorprende a sus discípulos con una órden: «Denles ustedes de comer».  Ninguno de los discípulos había sido cocinero antes, ni Jesús los llamó a su servicio porque se encontraban detrás de una estufa;pero una, y otra, y otra vez, leemos que los discípulos dan de comer a la gente siguiendo el ejemplo de Jesus y de su compasión por los hambrientos a quienes vió como ovejas sin pastor. Mas tarde leemos que la práctica de alimentar a los necesitados  siguió entre los discípulos y fue un sello distintivo en los inicios de la iglesia primitiva.

Ahora bien, para los que hemos estado involucrados alguna vez en preparar un banquete o alimentos para un gran número de personas nos podemos atrever a imaginar cómo sería el dar de comer a mas de 5000 personas. El simple hecho de tener que hacer los cálculos y planear la distribución, a cualquiera desanima. Entonces, algunos de los discípulos se dan a la tarea de preguntar a la gente si alguien trajo comida y si quisieran, en todo caso, compartirla.  Tal busqueda dió como resultado a un niño con su almuerzo que consistía en 5 panes y dos pescados.

He de confesarles que me costó mucho trabajo identificarme con esta historia cuando  la escuché por primera vez de labios de mi maestra de escuela dominical siendo yo aún una niña, debido a que mi mamá nunca me preparó el famoso «Lunch» para la escuela, es mas, nunca supe que yo podía llevar uno. En cambio, mi abuela materna, quien parecía haber venido de marte – porque le encantaba cocinar- preparaba hasta 10 emparedados de jamón para un solo nieto con el fin de que éste compartiera con sus amigos de escasos recursos o con los que tenían mamás como la mía .

Uno de los discípulos, Andrés, llevó ante Jesús al niño expresandole su desilusión por haber encontrado tan poca comida. En ocasiones, al igual que Piedad, pensamos que lo que nosotros tenemos para compartir es nada en comparación a lo que otros pudieran ofrecer y ante una enorme necesidad pensamos como Andrés, que lo que poseemos no es suficiente. Sin embargo no debemos perder de vista que no compartimos solo en la abundancia o porque tenemos lo mejor, sino porque con humildad ofrecemos lo que tenemos ante  una necesidad urgente que hay que suplir.

El relato continúa diciéndonos que Jesús tomó aquellos pescados y panes, y mirando al cielo, los bendijo. Luego los partió y los dió a sus discípulos para que estos a su vez lo repartieran a la multitud que en grupos de 50 se sentaron en la hierba verde obedeciendo las instrucciones de Jesús.  La escritura nos dice que el milagro de la multiplicación se realizó y que no solo fueron alimentados sino saciados completamente de tal forma que llegan a sobrar doce cestas de pan.

Jesús termina haciendo una recomendación a sus discípulos: «Recojan los pedazos que sobraron, para que no se desperdicie nada». (Jn. 6.12) Reconocer la bendición de tener alimento en nuestra mesa y tener cuidado de aprovechar incluso lo que ha sobrado, es un mandato divino de quien ha multiplicado la comida muchas veces en nuestro hogar, y nos pide no desperdiciarla.

En los cuatro evangelios encontramos este relato titulado «La alimentación de los cinco mil»; y nos presentan a Jesús negandose a si mismo un tiempo de descanso ante la necesidad; a un Jesús compasivo, viendo a la multitud con hambre y tambien a un niño; llamandonos a alimentar a las multitudes aun cuando veamos que los recursos son insuficientes y diciendonos que lo poco que podemos ofrecerle ante la necesidad enorme que significa alimentar al mundo tanto física como espiritualmente, será multiplicado por su poder, si tan solo lo ponemos en sus manos.

«Den gracias al Señor…Al que alimenta a todo ser viviente…»     Salmos 136:1 y 25 NVI

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6 respuestas to “Un Almuerzo Sencillo”

  1. lidia Says:

    Como siempre, te felicito prima; Dios te ha dado la gracia de compartir con nosotros de forma muy amena muchos pasajes biblicos adaptados a nuestra vida diaria. Gracias y que El te siga bendiciendo y dando esa facilidad para darnos a entender mejor su palabra y a nuestros semejantes.Besos y abrasos.

  2. Ruben Castillejos Says:

    Ah burro, vos Sonia, que te olvidaste del pozol, tamal de chipilín, picte de elote, tascalate, camarón seco, totopo, queso y mantequilla. Ideay pue, ya te olvidaste de que viviste por aquí un tiempo. Ah, y el río se lamaba Lagartero.

  3. Silvia Nazara Says:

    Hola Sonia por casualidad descubri tu blog. Hace mucho sin saber de ustedes. Me dio mucho gusto y quiero decirte que disfrute mucho de la lectura. No sabia de tu Don de escribir. Saludos a tu familia

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